martes, 8 de mayo de 2012

(Diálogo) Mafiosos

(Entra Tony a un despacho donde están el viejo Antoni y el elegantísimo Carlo)

TONI—Hola Carlo, ¿Por qué me has hecho llamar?
CARLO—¡Tony! Tenemos que hablar. Siéntate. ¿Quieres tomar algo?
TONY—No gracias.
CARLO—¿Qué tal el cole?
TONI—¿Qué cole?
CARLO—Era una broma Tony ha....ha....ha.... siempre te preguntaba eso cuando eras un niño.
ANTONI—ha...ha... Qué gracioso es usted señor.
CARLO—¡Basta Antoni! cuando quiera a un pelota riéndose de mis chistes malos contrataré a uno, si a Tony no le ha hecho gracia tú tampoco deberías reírte.
TONI— Ve al grano, Antoni.
ANTONI—Ah... sí. Verás Toni, ya sabes que yo estoy muy mayor y voy a necesitar que alguien se encargue de realizar mis funciones dentro de nuestra gran familia.
TONI—¡Ah!¡No! ¡ni hablar! ni lo pienses! ¡de eso nada!
CARLO—¡Tony, Tony! vamos...
TONI—Ya hemos hablado de esto, Carlo. ¡No y mil veces no!
CARLO—Escúchame bien, Tony. Has sido como un hijo para mí, te he criado como a mis propios hijos...
ANTONI—Señor, usted no tiene hijos.
CARLO—¿No?
ANTONI—No señor.
CARLO—¿Y entonces qué pasó con aquella corista de hace unos años? ya sabes, la del escotazo.
ANTONI—No era suyo señor, intentó hacernos creer que usted era el padre para que le pagáramos la manutención.
CARLO—¿Y cómo sabían que no era mío?
ANTONI—Porque el niño tenía cinco años. Según mi agenda usted estuvo con la corista hace dos.
CARLO—Ah... claro, claro... No entiendo. Pero es igual. Como iba diciendo, Tony, necesito que te hagas cargo de...¡Un momento! ¿Me estás diciendo, Antoni, que apuntas en esa maldita agenda tuya cuándo y con quién me acuesto?
ANTONI—Así es.
CARLO—Menos mal, creía que nadie llevaba la cuenta. Dime ¿Cuándo fue la última vez?
ANTONI—Pues... déjeme ver. Ahá, aquí, cuando fuimos a ese bar de moteros de...
CARLO—No me digas que...
ANTONI—Fue con una señorita, que se había perdido.
CARLO—Ah, menos mal. Bueno, volvamos a la cuestión principal. Tony, no hay discusión posible, tienes que hacerte cargo de la gran familia.
TONI—Nunca, ya te dije que no seguiría tus pasos, no seré un líder de matones sin principios.
CARLO—¿Matones? ¿sin principios? Mis hombres tienen principios.
TONI—¿Qué me dices de Marco?
CARLO—Ah... el pequeño Marco. Aquel era una excepción, estaba loco. Puso una bomba en el hotel del centro para salir en los periódicos. Yo mismo mandé que lo mataran.
ANTONI—¿Ah, sí? no recuerdo haberlo apuntado.
CARLO—Sí, sí, ¿eh? te lo juro por la Carlotta.
TONI—¡No menciones a la Carlotta!
CARLO—Ah, lo siento Tony, pensaba que ya lo habías superado.
TONI—Estoy tratando de olvidarla.
ANTONI—Técnicamente ya ha pasado un año desde que dejaron su romance.
TONI—¿También apuntas con quien salgo yo?
ANTONI—En efecto.
TONI—¿Se puede saber por qué tienes trabajando para tí a un cotilla de semejante calibre? Parece un periodista de la prensa rosa.
ANTONI—Soy periodista de la prensa rosa, en mis ratos libres.
TONI—¿Qué? Escúchame bien, enclenque repeinado, como divulgues algo personal a la prensa te reviento payaso. Te llenaré de sangre esa camisa tan bonita que llevas... qué bonita es ¿no?
ANTONI—Sí, es del mejor sastre de San Francisco. Una preciosidad, hecha con tejidos de primera.
CARLO—Cuando las señoritas acaben de hablar de ropa ¿podríamos seguir con nuestra conversación?
TONI—No hay nada que discutir, no voy a hacerme cargo de la familia. No soy como tú... soy... soy... ¡soy especial!
CARLO—Claro que sí, tú eres especial. Venga, ahora te tomas el cola-cao y a la cama... ¡No! Tony! ¡Tú eres un mafioso! ¡Te crié como un mafioso desde que tenías seis años! ¡naciste para esto y me esforcé en enseñarte todo lo que sabía! ¿Por qué tienes que hacerme esto?
TONI—Ya te he dicho que no soy como vosotros. No voy a hacerme cargo de la familia de ningún modo.
CARLO— ¿Y si te digo que este despacho será tuyo?
TONI—No.
CARLO—También puedes quedarte los bolis.
TONI—Ni hablar.
CARLO—Tendrás a un equipo de azafatas buenorras trabajando para tí.
TONI—Ni habl... eh... ¿en serio?
CARLO—Sí, sí. Te lo juro por la Carlotta.
TONI—¡Que no la menciones!
CARLO—Lo siento, lo siento. Me acostumbré a decirlo cuando no estabas tú delante. Bueno Tony, entonces ¿Qué me dices?
TONI—Está bien, pero tendrá que haber menos violencia a partir de ahora.
CARLO—Ni hablar, la violencia es el condimento con el que mejor sabemos adobar una reunión de negocios.

(Entra Marco por la puerta del despacho de repente)

MARCO—¡Aquí estáis! ¡Os encontré!
CARLO—¡Marco!
MARCO—el mismo al que mandaste matar, pero tus hombres fallaron.
ANTONI— En serio, yo juraría que nunca se dio esa orden, no está en mi agenda.
MARCO—Tu a callar, maldito paparazzi.
ANTONI—¿cómo te atreves? Estás hablando con la mano derecha de Carlo.
CARLO— No, no, Antoni, está hablando contigo, el chico lo está haciendo bien.
MARCO—¿La mano derecha de Carlo? ¡Carlo! Pensaba que YO era tu mano derecha.
CARLO—Siempre puedes quedarte de izquierda.
MARCO—Ese patán no merece un cargo tan alto en esta familia, a fin de cuentas no es más que un cobarde amargado que viste elegante para intentar aparentar ser importante.
ANTONI—No necesito demostrar a nadie nada con mi ropa. Sé muy bien lo que soy, y me visto así porque no me gusta vestir como el resto de la chusma. Y ahora, señor, si me lo permite liquidaré a este joven bocazas.
MARCO—No te servirá de nada dispararme, he puesto una bomba en el edificio, lo del hotel se lo encasquetaron a otro, pero esta vez saldré en los periódicos.
CARLO—Pero Maaaarcooooooooo... Si querías salir en los periódicos sólo tenías que hablar con Antoni.
MARCO— Pues también es verd...

(Explota todo el escenario)

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